DIARIO DE ZOLPIDEM: LA CASA EN DONDE SE SALVÓ MAMI
Viernes 7am_Es como una peste. Todo el tiempo molesta. Hizo una hora desde que el sueño no es tan profundo y me despertó el rechinar de su cama. No porque mantiene relaciones salvajemente, no. La cama está tan desvencijada que apenas se mueve ella hace un sonido horroroso, como si fuera una canoa a la deriva que cruje indeterminadamente. Pero lo más desagradable sucedió ayer y se viene dando desde hace 3 días o 4, cuando termina Dos hombres y medio. Más o menos a las 9 empieza una tertulia en la sala-comedor. Los pasos de las botas se vuelven insoportables también. Si estoy mirando la tele, si estoy en el comedor, si estoy durmiendo en la pieza, siempre y únicamente a ella la oigo con sus voces y otras de sus jodedoras costumbres, como si su vida fuera una continua radio que fastidia en todo momento.
En medio de esta tortura un milagro sucedió ayer: mamá estaba por ir a solicitar zolpidem al médico, pero charlamos un poco y al menos por el momento se quedó en casa. Ella atraviesa atraviesa por un estado de recuperación que ya había pasado anteriormente, reencuentros esporádicos con su individualidad que son más y más frecuentes conforme se va desintoxicando del ansiolítico. Desde ayer empezó a utilizas palabras que son creaciones muy suyas, recién venida de afuera dijo “Me voy a desensillar”.
Domingo 10.40hs_Diario de Zolpidem. Ignoro si mamá está tomando o no zolpidem. Ayer se recostó casi todo el día, cuando se hicieron las 2 le llevé una sopa para almorzar y por la tarde estuvo acostada también. Todas las veces que le hablo razona bien, por lo menos ayer, sin embargo cuando se despierta por la mañana está como una hora con los párpados caídos. Aunque utiliza frases cortas y comunes se confunde en lo que le digo, o si no le pregunto que cómo está ni bien al verla, entonces ella parece ida y me dice “¿no hay sol?”, queriéndome preguntar si es de día o si quisiera saber si hace frío o no. Después estuvo bien en lo que le quedó al día, digo, cuando se levantó: mientras había estado en la cama se dedicó a revisar documentos viejos, como si buscara una prueba de algo. Recetas del médico, facturas, certificados y albaranes.
Respecto a las chicas de arriba, ayer por la noche me crucé con Andrea cuando volvía de comprar algo, ya no me mira ni me saluda, y el chico que iba con ella tampoco. Ahora agachan la mirada. Creo que se marchaban del piso, porque salían cuando yo entraba. Igual siempre están haciendo algo que molesta, quienquiera que fuera ayer cAminaba por todo el piso con unos tacos. El sonido no es muy muy fuerte, pero aunque tengo la tele puesta tras las voces de la tertulia se oyen molestos toctoctoctoc que me hacen preocupar por si esa noche podré dormir a mi antojo. Es algo así como lo que pasó ayer, los golpes de Andrea no me dejaron ver El Fin de los Días, y me vine del comedor hasta aquí para descansar un poco y transpirar la bronca.
Pifarré ahí anda y Recién nacido también. Ellos son el amor de mi literatura. Todos los problemas con los vecinos han perturbado mi psicología hasta el punto que estos cuadernillos pasaron de ser amorosos epistolarios a cursivos testimonios de mis torturadas rutinas.
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