Cual si estuviera revolviendo un arcón lleno de baratijas de hojalata

 Aislamiento, día 18. Miércoles 10.20am_Karma: ni bien me siento a escribir ya empiezan a oírse las lejanas voces de Andrea como una lejana radio de fondo. Irónicamente mucho más moderadas que cuando no nos vimos obligados a encerrarnos en Cuarentena.

En el lado bueno del noticioso mamá sigue 10 puntos. Ya habrán pasado unos días desde que se quedó sin remedios, ni los unos ni los del otro. Por lo extremadamente general se la ve radiante, por no decir que se la ve siempre así. Evidentemente la ausencia de benzodiacepinas la va devolviendo a “su origen”, tal y como algunos naturistas le dieron por llamar. Luego de tantos silencios administrativos, me emociona pensar que estoy a punto de iniciar un contencioso en contra de los que me tocaron las narices.

Por otro lado, los dos nuevos brotes de Pifarré van creciendo de a poco, conforme pasan los días. Están adheridos al tierno tallo, tan tierno como una hiedra. Están esperando al momento oportuno para hacer su necesario despliegue. Además tiene una impecable alfombrita de musgo, tan verde como el de un prado. Sobre ella duerme un canto rodado que he cogido en la plataforma submarina del río Tormes... aunque tal vez también la traje de Valsaín, cuando los cerdos y los caballos desparramaban su triquinosis en las cristalinas orillas del río Eresma. En los más alto del nuevoalbur le han salido dos brotes de dos colores, son futuras ramitas cuya formación administrará la bochichera atmósfera de San Bernardo. Lamentablemente, las últimas nevadas de enero, febrero y marzo le han castigado la última constante de fibonacci que le nació. Nunca más lo observaré desarrollarse hacia las estrellas del barrio, que se dejan ver entre las terrazas de nuestra vecindad follonera. Sin embargo espero que con los años Pifarré se despliegue como un abanico frondoso.

Aislamiento día 19, 11.30hs_Diario de zolpidem. Es instantáneo: ni bien sentarme a escribir me aturde la vulgaridad de Andrea parloteando con el vecino. Más o menos hoy a las 9hs ya se las oía redecorando la ubicación de los muebles en el cuarto de arriba. Gracias a Dios mamá sigue genial, ayer dormimos la siesta y nos despertamos a las 10 de la noche, justo cuando el partido contra Inglaterra ya estaba por terminar. Como de costumbre Alemania empató en el último suspiro y tuvieron que jugar otros 30 minutos. Nunca había visto una final en blanco y negro. Cuando hacían el gol, nunca pasaban la reiteración. Creo que los Ingleses ganaron al final 4 a 2. Cuando terminan los partidos me vengo a dormir, y mamá me dice “¡¿Ya te vas?! ¡Nooooo!....”, y después le agrega “¿Sabés lo que es quedarse sola acá toda la noche?”. Le cuesta mucho dormir sin píldoras, y medio que discutimos cuando me vine a dormir porque se puso a dar vueltas a eso de las 2 de la mañana. El alpargateo que causan sus zandalias decuajeringadas me irrita un poco. No por el ruido, sino por la desconsideración que tiene mamá hacia los insuficientes minutos de mi tranquilidad. Entonces hoy al despertarme me encuentro con una nota de te quiero mucho pegada con celo en el picaporte de mi habitación.

Viernes 3 de abril. Día 20 de confinamiento, 12am_Fobos y medioluto siguen brotando frondosamente. Felizmente Andrea no empezó a parlotear desde que me senté a escribir. Cuando uno es joven piensa que la bondad es algo obligario en el mundo. Las ventanas interinas han ido aprendiendo a interesarse por los vecinos ajenos. Cada vez hay más y más gente curioseando a ver cómo vive el de al lado, si igual o más de aburrido que ellos. Ya se está difundiendo que el covid pasó en China de un murciélago raro al hombre. Saras de rulos canosos, jóvenes enteojudas o también mamá: todos necesitan se ve de tener un testigo en casa para hacer de comentaristas sobre cómo viven sus vidas. Sino no podrían funcionar. Nos acostumbramos a ver al público de nuestra cotidianeidad como algo inherente, como algo intrínseco a nuestras rutinas. Primero pasa para ver si no es que ando por acá, sino me ve pregunta y luego va a buscar la escalera para revolver un poco la casa y llamar así la atención con los ruidos, como si estuviera revolviendo un arcón lleno de baratijas de hojalata.



Dnld 2020


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